El lunes 23 de marzo, Camilo Labra Varela, un joven de 20 años, salió de su hogar en el sitio 19 de San Antonio de Naltagua tras una presunta discusión familiar.
Desde ese momento, su paradero se convirtió en un misterio que mantuvo en vilo a su familia y a la comunidad.
Camilo, un brillante estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad Bernardo O’Higgins y diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA), residía junto a su esposa en San Antonio de Naltagua, aunque su familia era originaria de Quilpué, en la Quinta Región.
Movidos por la desesperación, sus seres queridos viajaron a Isla de Maipo para unirse a la búsqueda.
La incertidumbre se rompió la noche del sábado, cuando comenzó a circular el rumor de un hallazgo macabro.
En el último predio de la zona de San Antonio de Naltagua, cerca de los cerros que conectan con El Pabellón, en la comuna de Melipilla, un arriero que buscaba un animal perdido encontró un cadáver por casualidad, en unos naranjales, existentes en el lugar. La policía fue notificada de inmediato y acudió al lugar para realizar las primeras pericias.
El domingo a primera hora y con la luz del día, se pudo confirmar un hecho, ya que por la vestimenta y la contextura, no fue difícil identificar que el cuerpo pertenecía a Camilo Labra Varela.
La familia, informada de la situación, reconoció al joven sin lugar a dudas. El cuerpo presentaba un impacto balístico, por lo que la policía trabaja en la hipótesis de un acto suicida. La investigación, liderada por un fiscal del Ministerio Público, sigue en curso.
El cuerpo del infortunado muchacho está siendo velado en una iglesia pentecostal de Talagante.
Este trágico desenlace deja una profunda huella en la comunidad y en la familia de Camilo, quienes buscaban respuestas y ahora enfrentan el dolor de una pérdida irreparable.